VACA PALLARESA
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 ORIGEN E HISTORIA

Según recopilaciones orales realizadas por diferentes pueblos pirenaicos, parece ser que las primeras vacas blancas (capa característica de la Pallaresa, a la que también se la conoce como Blanca del Pallars) llegaron hacia 1750, procedentes del Norte de Europa, A Casa Tort de Alòs d'Isil (Pallars Sobirà), diseminándose posteriormente por los valles y comarcas colindantes del Valle de Aran, Pallars Jussà y Alt Urgell.

En un principio, por su morfología y origen geográfico y dentro de los compartimentos troncales de los bovinos españoles, se le habría incluido en el llamado Tronco Turdetano (Tronco Rojo Convexo), conjuntamente con la raza Pirenaica, con la que ha compartido hábitat durante siglos. Pero sin embargo, estudios posteriores de recopilación histórica y bibliográfica, comparativos morfológicos y de análisis genéticos, la han adscrito, de forma más precisa, en el tronco del Bos taurus brachyceros. Concretamente, en el grupo del brachycero gris, entroncada filogenéticamente de forma más próxima a las razas francesas Gascona y Mirandesa, que a los integrantes del grupo del brachycero alpino, como por ejemplo la Bruna dels Pirineus, la Parda Alpina o la Parda de Montaña, y completamente alejada de las razas del Tronco Rojo Convexo. Estudios comparativos de genes ligados al color de la capa, también corroborarían el origen ancestral más ligado a razas centroeuropeas que no a ibéricas.

La relación filogenética de la Pallaresa con la Bruna es evidente -no en vano la Pallaresa es la rama materna de la actual Bruna-, y conjuntamente con la Pirenaica han compartido durante décadas -siglos- un mismo hábitat en esta vertiente del Pirineo. Pero los estudios genéticos realizados, entre ellas tres, han evidenciado la gran uniformidad genética de la Pallaresa, y la perfecta diferenciación con las otras dos (Figura 1). La introgresión génica que ha sufrido la Pallaresa es mínima, y los individuos actuales aún conservan, hoy día, un singular e importante reservorio genético -elevado grado de pureza ancestral-. El flujo génico que han mantenido la Pallaresa y Bruna se ha producido mayoritariamente en una única dirección -Pallaresa hacia Bruna-, y ha sido ínfimo en sentido contrario. El estudio de los genes de color también corrobora esta vía de flujo unidireccional (Tabla 2).

Aunque la ganadería de bovino no fue una actividad predominante en el Pirineo leridano durante el siglo XIX, la crisis del cultivo de la vid, producida por la aparición de la filoxera, cambió de forma muy notable los futuros acontecimientos. La filoxera, originaria de Norteamérica, fue transportada a Europa, de manera accidental, el año 1863 a Inglaterra y el 1865 al continente (Francia), entrando en Cataluña por el pueblo ampurdanés de Rabós el 1879. Los bovinos autóctonos de estas comarcas pirenaicas, mayoritariamente vacas Pallaresas y algún ecotipo de la actual Pirenaica, empezaron a ser cruzados con bovino lechero, importado de Suiza (Parda Alpina) y entrado por el Valle de Arán, para así buscar una posible alternativa económica al tradicional cultivo de la viña. José Zulueta funda, en 1915, en la Seu d'Urgell, la Cooperativa Lechera del Cadí.

Durante bastante tiempo estos animales fueron utilizados en su triple aptitud: trabajo, carne y leche, pero hacia mediados del s.XX, y posiblemente debido a la crisis de la ganadería equina de los años 50 y al hecho de no poder competir con otras razas lecheras más especializadas (Parda Alpina y Frisona), los cruzamientos y la selección de los animales se orientaron hacia la búsqueda de unas buenas características cárnicas. El resultado fue la aparición de la actual población de "Bruna dels Pirineus", morfológicamente parecida a sus antecesoras, pero con una clara y diferenciada aptitud cárnica.

La Pallaresa, localizada en sus orígenes en las comarcas del Pallars Sobirà, Pallars Jussà, Valle de Arán y Alt Urgell, tuvo su época de máximo esplendor en la primera mitad del siglo XX, ya que, de un 50 a un 70% de los efectivos bovinos de estas comarcas eran de la raza. Los animales pallareses, como tales, fueron disminuyendo progresivamente. A principios de la década de los 80, únicamente el 15% de los efectivos bovinos eran de la raza. Estos animales de capa blanca fueron quedando aislados y diseminados, cada vez en menor número, por pueblos y masías de los Pirineos, llegando a finales del s.XX a su práctica extinción.

Su inminente desaparición era, citando García Márquez, la "crónica de una muerte anunciada". Sin embargo, siempre surge algún romántico que viene y cambia lo que parecería inevitable. Y así fue como, un ganadero de la Vall Ferrera (Pallars Sobirà), el señor Ignasi Sinfreu Canturri de la Borda de Falip, del pueblo de Besan del municipio de Alins, decidió, a mediados de los años 80 -tal vez porque eran los animales que de pequeño siempre había visto en casa-, recuperar, por todo el Pirineo, estas vacas blancas. Su hijo, Ignasi Sinfreu Blasi -ingeniero técnico agrícola-, ha seguido sus pasos y mantiene el principal núcleo que hay en Cataluña. En 2010 fundaron la Asociación de Criadores de Vaca Pallaresa. Actualmente, han quedado restringidas al Pallars Sobirà y existen cinco ganaderías activas que gestionan la cincuentena de vacas que quedan de la raza (Figura 2). En 2016 se reconoció oficialmente como raza autóctona.

 

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Última actualización: noviembre 2018