Es
habitual que en lugares donde imperan factores
ambientales extremos, encontremos las razas
más originales y personalizadas, puesto
que existe una gran relación entre
fenotipo y adaptación al medio. Es
el caso de la oveja Aranesa (Oelha Aranesa),
una raza de gran formato y desarrollada cornamenta,
y que toma su nombre de la Val d’Aran,
en pleno Pirineo central.
Se
trata de una población muy rústica
que se explota en régimen semiextensivo
para la producción de carne, en unos
terrenos de orografía muy abrupta,
clima más bien húmedo, muy frío,
y con largos períodos de nevadas en
todo el valle.
El
fuerte proceso regresivo experimentado por
la ganadería, sobretodo en las últimas
décadas, en toda la Val d’Aran,
ha llevado a esta población hasta límites
alarmantes de desaparición. Su censo
es muy reducido y la necesidad de instaurar,
con la mayor brevedad posible, un programa
de conservación de la misma se hace
ineludible.
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