La
producción de cabritos de excelente
calidad es la principal actividad económica
de los ganaderos. La edad límite para
el sacrificio es a los dos meses de edad,
con unos pesos vivos de 7 a 10 kg, adecuándose
así a la demanda generalizada del mercado
de canales ligeras y carne blanca y tierna.
Al ser la oferta bastante limitada, y la tendencia
de la población en franca regresión,
la obtención de una Denominación
de Origen y/o Marca de Calidad, que conllevara
un valor económico añadido al
producto, debería ser objetivo prioritario,
y que de este modo, la propia calidad del
producto ayudara a la preservación
de la raza. Otro producto de interés,
de elaboración artesanal, antigua y
muy tradicional en estas comarcas, que ha
vuelto a resurgir en los últimos años,
potenciando la gastronomía turística
de calidad, es el llamado “Crestó
de Cabra Blanca”, plato escabechado
de macho castrado de tres años de edad.
Aunque la CBR es una población de aptitud eminentemente cárnica, podría ser de potencial interés la producción de quesos y productos manufacturados de la leche (cuajadas, queso fresco, etc.). Los análisis genéticos realizados con respecto a las caseínas de la leche —concretamente la αs1-caseína (CSN1S1)—, indicaron unas buenas aptitudes y cualidades tecnológicas para la obtención de quesos (Vidilla et al., 2011). Esta buena potencialidad lechera ya había sido constatada a nivel morfológico con el análisis de diversos índices zoométricos (Carné et al., 2007b).
El mantenimiento del ecosistema y la prevención de incendios, y como estampa turística y cultural para el cada vez más emergente turismo rural –agroturismo–, son actividades que deberían ser tenidas en cuenta por parte de las administraciones pertinentes y que ayudarían a su propia conservación.
Situación
Actual y Perspectivas
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La
situación actual es crítica
y el futuro, en principio, no demasiado esperanzador.
Lo más preocupante para el devenir
de la raza es el reducido número de
ganaderos (12 en las zonas de origen en 2004) y la elevada media de edad
de los mismos (53 años), sin apenas
relevo generacional (el 80% sin relevo). La
baja rentabilidad que caracteriza a estas
explotaciones, eminentemente tradicionales
y con bajos niveles de inversión, y
el no muy atractivo tipo de trabajo dificulta
enormemente la contratación de trabajadores.
No obstante, en la última década y media, el número de explotaciones ha ido en aumento en otras comarcas no tradicionales, aunque no así el censo global, ya que, con ligeras oscilaciones, se ha estabilizado alrededor de los 4.500-5.000 ejemplares.
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