La
importancia que tuvieron en el pasado las
ferias, con presencia de asnos y mulas, como
lugar de encuentro y de transacciones comerciales,
ha declinado hasta su casi total desaparición,
al menos en Catalunya. Hoy día, la
única feria de cierta importancia que
se viene celebrando cada año, con una
finalidad expositiva y de concurso, es la
de “Sant Martirià“, en
la localidad gerundense de Banyoles, hacia
mediados de noviembre. Esta feria, que en
sus orígenes data del año 1368,
se debe a la concesión de un privilegio,
por parte del rey Pedro IV de Aragón,
a la ciudad de Banyoles.
Lógicamente, la importancia de la cría
asnal y mular, así como los censos
que existían de estos animales, no
es ni mucho menos parecido al que existía
en Catalunya en siglos pasados. La disminución
ha sido tan importante que, actualmente, esta
población está catalogada en
la base de datos de la FAO (DAD-IS), como
raza en inminente peligro de extinción.
Sin
embargo, a lo largo de todo el siglo XIX y
hasta mediados del XX, las ferias proliferaron,
principalmente en las zonas garañoneras
catalanas por excelencia, y así, podemos
mencionar las de Olot (San Lucas, octubre;
San Román, agosto; San Andrés,
noviembre), la Feria de Verdú (Lleida)
que con más de seiscientos años
de antigüedad se está volviendo
a recuperar durante el mes de octubre, la
del Hostal del Vilà (Sant Boi de Lluçanès,
mes de septiembre), la de Sant Quirze de Besora
(San Antonio, enero), ambas en la provincia
de Barcelona, y las de Vic (la del 1 de octubre
y la del “Mercat del Ram” que
se celebraba todos los años durante
el Sábado de Ramos). Y por último,
y por citar sólo algunas, la llamada
Feria de Futuros Garañones, que se
celebraba durante la festividad de San Andrés
(noviembre) en la ciudad de Torelló,
a pocos kilómetros de Vic, de gran
importancia en la época, y que durante
siglos desempeño la importante misión
de salvaguardar y mejorar la raza catalana,
aunque a partir del año 1880 inició
su declive en favor de las de Vic. Asimismo,
no debemos olvidar dos importantes ferias,
principalmente mulatinas, que se celebraban
en dos pueblos del pre-pirineo leridano, la
de Salàs de Pallars (noviembre) y la
de Organyà (San Andrés, noviembre),
importantes centros de transacción
comercial.
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