El concepto más generalizado de especie animal hace referencia a un conjunto amplio de individuos que se reproducen entre si y que dan lugar a una descendencia viable y fértil. El criterio fundamental para diferenciar especies es la discontinuidad reproductiva. No obstante, existen excepciones y podemos encontrar animales que, siendo catalogados como de especies diferentes, al cruzarse dar lugar a una descendencia fértil. Por eso, y en muchos casos, la línea divisoria entre las especies es confusa, y menos clara de lo que se podría pensar.
La aparición de las especies es dirigida por la naturaleza. Ahora bien, cuando estas especies son domesticadas por el hombre, disminuye la presión establecida por la selección natural y empieza una nueva presión de selección que interactúa con aquélla; se trata de la selección artificial. Entonces, la variabilidad que surge en esas especies deja de estar estrictamente controlada por la naturaleza; y mediante la selección artificial se pueden favorecer nuevas formas, nuevos comportamientos… Aparecen las razas.
Por tanto, la aparición y formación de las razas es dirigida por el hombre. La selección artificial llevada a cabo con objetivos productivos y económicos diferentes, por culturas diferentes, en lugares geográficos diferentes, da lugar a poblaciones animales diferentes, y por tanto a razas diferentes.
Ahora bien, si difícil es, en determinados casos, hablar de especies diferentes, más difícil es hablar de razas diferentes y decidir si una población constituye una raza diferenciada. No existe nada, exclusivamente genético, que defina a las razas. Del total de la variabilidad genética existente en una población, únicamente de un 1 a un 8% de esta variación, viene explicada por el hecho de incluir unos determinados animales en una determinada clase, a la que denominamos raza.
Pero a pesar de estas dificultades, el concepto de raza existe, y ha sido y continúa siendo de vital importancia en el campo de la producción animal, sin descartar, lógicamente, otros campos como los puramente etnológicos o los de tipo lúdico. La raza es una herramienta; y esta herramienta ha servido a genetistas, etnólogos, veterinarios, agrónomos, ganaderos, etc., para diferenciar un conjunto de animales de otro, sobre la base de una serie de características que en producción animal han permitido obtener unos mayores rendimientos y una mejora genética efectiva para toda una serie de caracteres.
Existen numerosas definiciones acerca del concepto de raza (González, 1903; Aparicio, 1960; Alderson, 1974; Orozco, 1985; Clutton-Brock, 1987; Cavalli-Sforza, 2000; Rodero y Herrera, 2000; Scherf, 2000; Sierra, 2001; Herrera, 2002; y tantas otras), todas ellas perfectamente válidas y discutibles, y por poner tan sólo unos ejemplos:
FAO (Scherf, 2000): “grupo homogéneo y subespecífico de animales domésticos que poseen características externas definidas e identificables, las cuales permiten diferenciarlos a simple vista de otros grupos de la misma especie, definidos de la misma forma”.
Sierra (2001): “raza es un concepto técnico-científico, identificador y diferenciador de un grupo de animales, a través de una serie de características (morfológicas, productivas, psicológicas, de adaptación, etc.) que son transmisibles a la descendencia, manteniendo por otra parte una cierta variabilidad y dinámica evolutiva”.
Rodero y Herrera (2000): “las razas son poblaciones que se distinguen por un conjunto de caracteres definidos e identificables (morfológicos, fanerópticos, morfoestructurales y fisiozootécnicos), que están determinados genéticamente y que se han diferenciado de otras de la misma especie a lo largo del proceso histórico, teniendo en cuenta que se han originado y localizado en un área determinada con un ambiente común”. Y el mismo Herrera (2002) añade, que una Agrupación Racial es: “grupo de animales domésticos con uniformidad de caracteres visibles, pero de homogeneidad no demostrada científicamente”.
Por otra parte, el gran genetista Fernando Orozco ya apuntaba en 1985 (Orozco, 1985) que: “nadie puede impedirle a un ganadero, a un técnico o a cualquier persona que tenga acceso a un conjunto de animales definir una población concreta como raza. Si para ello se basa en unas características determinadas, objetivas, uniformes y distintas a las de otras poblaciones, puede hablar, si quiere, de una nueva raza. La raza es simplemente estar de acuerdo con unas características concretas y muy exigentes: perfección en color, tipo, porte, medidas de diferentes partes del cuerpo bien determinadas, etc. Y si la raza está definida así, no hay ninguna objeción que hacer. La raza, consciente o inconscientemente, ha sido hecha por el hombre, aunque con la intervención del medio actuando a través de la selección natural”.
Además, el concepto de raza y su trascendencia ha ido variando a lo largo de los tiempos. La discusión y conclusiones más recientes, sob re este tema, que se dispone, es la llamada: Declaración de Interlaken (2007), donde en septiembre de ese año se debatió, en dicha localidad suiza, acerca del Plan de Acción Mundial sobre los Recursos Zoogenéticos. Con respecto al tema que nos ocupa, y entre otras cosas, se manifestó que:
Las RAZAS son conceptos culturales más que entidades físicas, y el concepto varía de un país a otro. Para que sea posible llevar a cabo una ordenación sostenible, es necesario considerar y comprender la diversidad en los ámbitos de la especie, entre las razas y dentro de las mismas razas. En los 12.000 años transcurridos desde la primera domesticación, se han desarrollado más de 7.000 razas de animales domésticos. Estas razas representan ahora combinaciones únicas de genes. Por tanto, todos los recursos zoogenéticos son el resultado de la intervención humana, y estos recursos, a diferencia de la biodiversidad silvestre, requieren una gestión humana permanente y activa.
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